lunes, 19 de noviembre de 2012

On the road

El maletero lleno de cajas que guardan los últimos años, el tiempo apremiaba, el sol rugía en el cielo, y el sonido de la puerta al cerrar sirvió como pistoletazo de salida. Nos acomodamos en nuestros asientos, la canción volvió a sonar, noté la vibración del motor y supe que el juego comenzaba. Tú y yo de nuevo cruzando el país. Pero esta vez conducía yo, esta vez era tu vida la que movíamos como si de un adorno floral se tratase, y lo pondríamos cerca de la ventana, donde le diese la luz. En el destino nos esperaba un cálido abrazo, un dulce beso, una mirada de ilusión y un sentimiento de esperanza. Nada hacía sospechar otro final. Nada que nos advirtiese que el abrazo, el beso, la mirada y el sentimiento serían frío, amargo, decepción y vacío.

El fin

El 29 de Septiembre del 2012 era el día programado para el despegue de la nave. Pero por algún cortocircuito la nave jamás llegó a despegar y los ingenieros se quedaron mirando el cielo visionando la nave surcando el espacio. Pero la nave no salió, no fui al espacio, no estuve en gravedad cero, no vi el mundo a lo lejos, no me aislé del resto de la humanidad. La nave no despegó porque yo provoqué un cortocircuito, era la única manera de salvar otras vidas.
No creas que no te he tenido en mi mente cada segundo de este día. No creas que no me ha dolido escribir la fecha de hoy. No creas que no he escuchado hoy tu nombre. No creas que ha sido fácil no cumplir la promesa que te hice.